quiero mezclarme en el caos, volverme murmullo entre gente y desorden
mandar a mi espíritu a espiar por ventanas, las vidas de otros, sus fotos de espaldas
atesorar sus hábitos y penas, aprender a observar al detalle destrezas
y al salir al tumulto de carteles, ser logo fantasía, pasacalle y asombro
estampado en remeras seguiría siendo nadie, ruido, colores, tatuajes que distraen
aún así se que los ojos de alguien, sabrán verme desnudo entre tantos disfraces











sugus confitados sin caja derretidos en el bolsillo de tu pantalón
no recordas de cuando, todos mezclados, fue un regalo de ella tan pegajosa,
un día trataste de sacarlos con alcohol, terminaste borracho y no salió,
te pusiste al revés el pantalón, metes la mano en el bolsillo te da espanto y disfrute,
la mano no sabe todo lo que sentiste entonces, reacciona por acto reflejo,
sos esos caramelos, el pantalón y también el hombre que no recordó sacarlos,
que no puede despegarlos, si bien el tiempo te hizo menos pegajoso, sabes que eso no va a salir,
entonces entendes que lo mejor es aceptar ese bolsillo y tratarlo con respeto











bajo escalinatas y cruzo carteles con flechas q apuntan hacia arriba,
mojo los ojos bajo los párpados y empapo hacia afuera los poros de las mejillas,
sobre la mesa una estatuilla en forma de búho mira y recuerda la persistencia de tus pupilas
golpeo suave con la uña del dedo el borde de una alcancía metálica
escucho la nota que suena como una campana de iglesia,
lo ausente está tan acá como lo presente











soñé despertaba, sin saber quien era, en un cuarto mis cosas, no me pertenecían
salía a la calle, buscaba mi auto, pulsaba la alarma, ninguno sonaba
miraba a un espejo, y me daba pena, mi cara perdida, al oído decía:
es ahora o nunca, no pierdas el tiempo, es tu oportunidad, hace cualquiera










me pusiste a tu lado, en la mesa de luz
mezclado en la ensalada, con pimienta y cous cous
puse sal a tu herida, sabor a tus comidas bajé el colesterol,
y subí expectativas
viajo en la riñonera, con el celu y las llaves
voy colgado en tu cuello, entre dijes brillantes
y dentro de mi reloj, llevo un hámster dormido
que usa el tiempo de almohada, y no le teme al olvido


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